Foto de Andrea Piacquadio
Foto de Andrea Piacquadio
Soy usuario de Goodreads desde hace años. Es curioso, pero precisamente desde hace años tampoco es que haya cambiado mucho la apariencia y funcionamiento de esta red social enfocada a la lectura y crítica de libros. Sin embargo, aún hoy sigo utilizándola, sobre todo para llevar la cuenta de las lecturas que caen en mis manos. Tras una pequeña reflexión al finalizar el libro de rigor, lo puntúo y en alguna que otra ocasión escribo una breve crítica. Goodreads me sirve también como estantería virtual a falta de una física. Nunca he tenido la necesidad de almacenar los libros que leo y muchas de las veces me acabo deshaciendo de ellos de una u otra manera. No me siento orgulloso, pero en varias ocasiones me he desecho del cadáver tirándolo simplemente al contenedor (azul, eso sí). Espero que aquellos que hayan sufrido muchas mudanzas en su vida sepan comprenderme... Sin embargo, no sé si será por la cuarentena alcanzada, pero cada vez siento más nostalgia de los libros leídos y una parte de mí añora tener una estantería donde regocijarme del tiempo perdido en la lectura. Aquí es donde encaja Goodreads como mi estantería virtual.
Llegados a este punto he de decir que, aunque lo parezca, los de Goodreads no me pagan nada por hablar de su plataforma. Es más, nunca te pagan nada por escribirles reseñas de libros. La mayoría de usuarios (al menos, hasta donde yo sé) simplemente escribe sus críticas de buena fe, lee las de otros usuarios y fruto de esta interacción encuentra tal vez la siguiente lectura a la que hincarle el diente. Seguro que no soy el único que, una vez terminado el libro, piensa: "¿Y ahora qué leo?".
Todo ello me lleva al título de más arriba: ¿por qué escribir para otros? Y con otros no me refiero a futuros lectores. (Siempre se escribe para otros; sería un debate interesante pensar hasta qué punto nos incluimos a nosotros mismos dentro de esos otros). Me refiero a escribir para que otros obtengan algún tipo de beneficio con las letras que con tanto esfuerzo tratamos de juntar. Cuando reflexioné acerca de esto me imaginé a una revista de crítica literaria tradicional cuya plantilla aporreaba las teclas mecánicas de una Olivetti antigua. Cigarrillo asomándose al acantilado del labio inferior, ojo derecho parcialmente guiñado mientras el humo asciende, gafas desafiando la gravedad en la punta de la nariz. Los dueños de la revista tendrían que pagar a esta plantilla. Supongo que se me entiende la analogía.
Sí es cierto que quien escribe críticas literarias en Goodreads no piensa que sus palabras sean las de un crítico profesional. También es verdad que, ciertamente, ve recompensado su humilde trabajo con la posibilidad de leer otras muchas opiniones que lo ayuden ante su indecisión lectora. Pero en la era de las grandes corporaciones internet ha cambiado mucho. Tal vez demasiado. Casi cualquier vídeo o foto que subamos, comentario que hagamos o incluso un escueto like a esa historia que nos ha gustado acabará por engrosar, aunque sea mínimamente, las cuentas de resultados de Meta, Google, Microsoft, etc. Echo de menos el internet primigenio, ese que queda ya muy lejos y que no volverá. Aunque en eso consiste precisamente la nostalgia, en acordarse de esos momentos que ya no volverán.
No escribas para otros, hazlo para ti mismo, o al menos piensa en esa gente que te importa y a la que le guste lo que puedas perpetrar si te dejan un teclado o una pluma. Esta máxima igualmente se podría aplicar al tipo de literatura que escribes. Es posible que esa historia que empezaste sobre zombis que son abducidos por extraterrestres adoradores de un dios-máquina no encaje en la mayor parte de las líneas editoriales. No importa: da rienda suelta a tu imaginación. Disfruta de la libertad de no ser un escritor de éxito que no puede defraudar a sus lectores para poder seguir pagando las facturas.